Un monje Zen atravesaba un bosque. De repente se dio cuenta
de que le seguía un tigre, así que empezó a correr. Pero su carrera era de tipo
zen; no tenía prisa. No es que estuviese loco. Su correr era suave, armonioso.
Disfrutaba de ello. Se dice que el monje pensaba: "Si el tigre disfruta
¿por qué no puedo hacerlo yo?".
Y el tigre le seguía. Luego llegó cerca de un precipicio.
Para escapar del tigre se colgó de la rama de un árbol. Y a continuación miró
hacia abajo. En el valle había un león, esperándole. Llegó el tigre y se detuvo
cerca del árbol, en lo alto de la montaña. Y el monje colgaba de una rama justo
en medio de un león esperándole mas abajo.
Se rio. Luego miró con más atención. Dos ratones se
dedicaban a cortar la rama de la que colgaba. Entonces estalló en carcajadas. Y
se dijo: "Así es la vida. Día y noche, como un ratón blanco y otro negro.
Y vayas donde vayas, la muerte te espera. ¡Así es la vida!" Se dice que
alcanzó un satori, el primer vislumbre de la iluminación. ¡Así es la vida! No
hay nada de lo que preocuparse; así es como funcionan las cosas. Vayas donde
vayas la muerte te aguarda. Y aunque no vayas a ningún sitio, el día y la noche
te recortan la vida. Así que rió a carcajadas.
Miró a su alrededor. No había de que preocuparse. ¿De qué te
vas a preocupar cuando la muerte es algo seguro? Sólo en la incertidumbre
pueden medrar las preocupaciones. Cuando todo es indiscutible no existe la
preocupación; ahora se ha convertido en un destino. Así que se dedicó a ver
cómo podía disfrutar de esos escasos momentos. Se dió cuenta de que junto a la
rama crecían algunas fresas, así que recogió algunas y se las comió. Ah, eran
lo mejor de la vida. Se dice que se iluminó en ese preciso instante.
Se convirtió en un buda porque tuvo la muerte muy cerca y no
tuvo prisa. Disfrutó de las fresas. ¡Qué dulces! ¡Su gusto era dulce! Dio
gracias a la existencia. Se dice que es ese momento todo desapareció: el tigre,
el león, la rama, y también él mismo. Se había convertido en parte del cosmos.
Eso es paciencia, ¡paciencia absoluta! Estés donde estés en
este momento, disfruta de él sin preguntarte por el futuro. Sin futuro en la
mente, sólo el momento presente, la presencia del momento, y estarás
satisfecho. No habrá necesidad de ir a ningún sitio. Estés donde estés, desde
ese punto caerás en el océano; te harás uno con el cosmos.
El sendero del yoga OSHO
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